Conciencia

sábado, 8 de enero de 2011

Columna Lítica s02e04: Ted Williams, o De la fama en los tiempos de la red



I’ve heard of a man
Who says words so beautifully
That if he only speaks their names
Women give themselves to him.
-Leonard Cohen
I: Buenos días
Ted Williams, de 53 años, sobrevivía pidiendo limosna en una salida de la autopista I-71 en Columbus, Ohio, cambiando palabras por monedas. Un letrero pintarrajeado en un pedazo de cartón contaba su historia: “Tengo una voz que es un regalo de Dios. Soy un ex anunciador de radio que ha caído en tiempos difíciles. ¡Por favor! Toda ayuda será apreciada con gratitud. Gracias y que Dios te bendiga. Felices fiestas”. Ted llevaba 14 años en la calle, viviendo en campamentos de vagabundos, entre quienes era conocido por su sobrenombre: Radio Man, porque su educada y suave voz de barítono contrastaba con su aspecto desaliñado y derrotado. En los 80s, el paso por la escuela le había dejado a Williams una voz agradable, con presencia y calidez, que puso al servicio de estaciones radiofónicas de Ohio y Carolina del Norte, pero el abuso de alcohol y drogas fue inclinando su estilo de vida y terminó en la calle, dejando muy atrás la convivencia familiar y el trabajo respetable. Williams empezó el año 2011 sin imaginar que de la noche a la mañana, literalmente, su existencia iba a cambiar. Las palabras misteriosas de hoy son: 15 minutos.

Columna Lítica s02e03: Los motociclistas viajeros


I: Buenos días
Vladimir Alexeevich Yarets se instalaba junto a una de las salidas del Skytrain en el centro de Vancouver, y desplegaba un periódico mural con fotografías, mapas, banderas y recortes periodísticos de todos los lugares que había recorrido en su motocicleta. Vladimir era un bieloruso barbudo, eternamente sonriente y de aspecto bonachón que, recargado en su motocicleta, contestaba a todas las preguntas de la gente y para todos tenía conversación. Cuando lo conocí, allá por agosto del 2003, Yarets llevaba tres años viajando alrededor del mundo, habiendo partido de Minsk a los 59 años de edad. No era su primer viaje: desde 1967 se había dedicado a navegar carreteras, y a lo largo de tres décadas había recorrido todas las repúblicas de la Unión Soviética. Con esos andares a cuestas, en el 2000 se impuso una meta: convertirse en la primera persona sorda y muda de nacimiento en darle la vuelta al globo. Las palabras misteriosas de hoy son: hic sunt dracones.